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Quinta Luna del Carajo.
A tomar por thruster de cualquier base humana conocida.
La comandante Maya fey, a los mandos de Mistral, su fiel nave de viaje, escanea el enésimo planeta tranquilamente con algo de música como compañía. Está a más de 5000 años luz de cualquier base humana conocida. Tiene un colector de combustible, sistema de autorreparación, posibilidad de crear sus propias piezas si todo se tuerce y muchos paquetes nutricionales con sabor a chocolate… y agua… Puede quedarse en la nada una temporada, escaneando planetas y sistemas, mientras se olvidan del precio sobre su cabeza.
Pitido, mensaje en pantalla.
Maya levanta la mirada hacia la pantalla sin dejar de saborear la porción alimenticia que estaba comiendo. Alguien solicita comunicaciones con ella.
– ¿Comandante Snowsturm? ¿Quién es? Quizás no debería aceptar comunicaciones, puede ser una trampa para localizarme… Pero ¿y si no lo es?
Tras medio segundo de duda, la curiosidad puede más. Maya acepta la comunicación y observa expectante la pantalla en espera del mensaje.
“Saludos, comandante Maya Fey. Buscando en los anuncios de la estación encontré un enlace a su cuaderno de bitácora y me sentí muy volcada en contactar con alguien de actitud positiva como usted. Por supuesto, no hay ninguna exigencia por mi parte.”
Maya ha dejado de leer y de masticar. Suelta la barra alimenticia y coge el teclado.
“¿Quién eres? ¿Quién te ha dado mi contacto? ¿Quién te envía?”, teclea.
“Si es un mal momento, puedo escribir más tarde. Quizás esté usted grabando uno de su vídeos.”
Maya abre unos ojos como platos.
– ¿Vídeos? Pero qué… oh cielos… Cálmate Maya.
Maya respira hondo y vuelve a teclar: “¿A qué vídeos te refieres? ¿Dónde los has visto?”
“En su cuaderno de bitácora. En nuestro sistema es usted una celebridad.”
– ¿Mi cuaderno de bitácora? Oh, cielos, oh cielos…
Una duda terrible invade a Maya y un sudor frío cae por su espalda. Trastabillando despliega las ventanas hasta dar con su cuaderno de bitácora, comprueba la configuración y… se lleva los brazos a la cabeza.
– Ahhhhhhhhhhh…. Nooooo – gime mientras la vergüenza hace que se ponga roja como un targoide de malas –. He estado publicándolo en abierto.
Su conciencia la observa con gesto de circunstancias: “¿Cómo crees que tu madre seguía tus andanzas tan fácilmente, Maya?”
– Oh, cállate conciencia.
Un nuevo pip en pantalla.
“Por cierto, mi segunda al mando, la subteniente Caterina Kirk, me pregunta si puede usted firmarle su taza de Hutton Orbital.”
A tomar por thruster de cualquier base humana conocida.
La comandante Maya fey, a los mandos de Mistral, su fiel nave de viaje, escanea el enésimo planeta tranquilamente con algo de música como compañía. Está a más de 5000 años luz de cualquier base humana conocida. Tiene un colector de combustible, sistema de autorreparación, posibilidad de crear sus propias piezas si todo se tuerce y muchos paquetes nutricionales con sabor a chocolate… y agua… Puede quedarse en la nada una temporada, escaneando planetas y sistemas, mientras se olvidan del precio sobre su cabeza.
Pitido, mensaje en pantalla.
Maya levanta la mirada hacia la pantalla sin dejar de saborear la porción alimenticia que estaba comiendo. Alguien solicita comunicaciones con ella.
– ¿Comandante Snowsturm? ¿Quién es? Quizás no debería aceptar comunicaciones, puede ser una trampa para localizarme… Pero ¿y si no lo es?
Tras medio segundo de duda, la curiosidad puede más. Maya acepta la comunicación y observa expectante la pantalla en espera del mensaje.
“Saludos, comandante Maya Fey. Buscando en los anuncios de la estación encontré un enlace a su cuaderno de bitácora y me sentí muy volcada en contactar con alguien de actitud positiva como usted. Por supuesto, no hay ninguna exigencia por mi parte.”
Maya ha dejado de leer y de masticar. Suelta la barra alimenticia y coge el teclado.
“¿Quién eres? ¿Quién te ha dado mi contacto? ¿Quién te envía?”, teclea.
“Si es un mal momento, puedo escribir más tarde. Quizás esté usted grabando uno de su vídeos.”
Maya abre unos ojos como platos.
– ¿Vídeos? Pero qué… oh cielos… Cálmate Maya.
Maya respira hondo y vuelve a teclar: “¿A qué vídeos te refieres? ¿Dónde los has visto?”
“En su cuaderno de bitácora. En nuestro sistema es usted una celebridad.”
– ¿Mi cuaderno de bitácora? Oh, cielos, oh cielos…
Una duda terrible invade a Maya y un sudor frío cae por su espalda. Trastabillando despliega las ventanas hasta dar con su cuaderno de bitácora, comprueba la configuración y… se lleva los brazos a la cabeza.
– Ahhhhhhhhhhh…. Nooooo – gime mientras la vergüenza hace que se ponga roja como un targoide de malas –. He estado publicándolo en abierto.
Su conciencia la observa con gesto de circunstancias: “¿Cómo crees que tu madre seguía tus andanzas tan fácilmente, Maya?”
– Oh, cállate conciencia.
Un nuevo pip en pantalla.
“Por cierto, mi segunda al mando, la subteniente Caterina Kirk, me pregunta si puede usted firmarle su taza de Hutton Orbital.”
(Basado en hechos reales)