La llamada del vacío
Sistema ******
a 6000 al de la
burbuja.
Última estación de
repetición de señales antes de la profundidad de la galaxia. Maya
realiza una conexión a través de videopresencia desde la cabina de
su Asp.
– Me alegra de ver
que hiciste buenas migas con esa nave – dice el holograma de
Rianon.
Maya sonríe
levemente.
– Se llama Niebla.
– Te dijo su
nombre, bien.
La chica pelirroja
asiente.
– Y habéis
descubierto juntas otro planeta tipo tierra. Genial. Así tendremos
hacia dónde huir cuando los thargoides invadan la burbuja.
Lo que pretendía
ser un chiste, no tiene el efecto que Rianon esperaba. Maya sonríe
levemente a su hermana pero el gesto no acompaña a sus ojos.
– ¿Qué te
ocurre, Maya?
Maya aprieta los
labios y niega con la cabeza.
Rianon la observa
preocupada.
– Maya… ¿Qué
te ocurre?
– Nada, solo…
Creo que quiero volar un poco más antes de volver – dice
dubitativa.
– Pero vas a
volver, ¿verdad?
– Sí, claro.
Pero, ahora creo que necesito un poco de tiempo.
Rianon reflexiona un
instante.
– ¿Tu amigo
especial irá contigo?
– ¡No! – Maya
ha respondido demasiado rápido y aprieta los labios con rabia –
¡No quiero saber nada de él!
– ¿Qué te ha
hecho?
Maya niega con la
cabeza.
– No me ha hecho
nada, Rianon.
Maya baja la mirada,
tratando de esconder su expresión, no lo logra, es de rabia y
tristeza.
– Sabes que mamá
irá a pegarle una paliza si se entera de esto, ¿verdad?
– Oh, por el amor
del cielo –protesta Maya–, por favor, no más.
– Bueno, si no te
hizo nada, no hay nada que temer, ¿verdad?
Rianon ha pulsado
las cuerdas de Maya una vez más, y ella canta.
– Si mamá te
pregunta, dile solo que lo oí matar a alguien, de manera horrible y
que me afectó mucho.
Rianon frunce el
ceño.
– Explícame eso.
– Hemos tomado la
costumbre de hablar el uno con el otro cuando volamos. Suele ir
narrándome sus batallas y yo… ehm… bueno, le comento los
sistemas que voy viendo. Es más entretenido que la radio.
Rianon asiente
comprensiva.
– Eso se parece
una relación de amistad, como mínimo.
– Pues, aceptó
una misión de cazarrecompensas. Pero cuando encontró a su presa, el
tipo dijo que por favor lo dejasen en paz, que solo quería vivir,
que había dejado la lucha y todo atrás. Era un desertor. No era un
criminal, era… Mandaban a mi conocido a dar un escarmiento, era
una ejecución ejemplar.
– ¿Qué ocurrió?
– Oí por las
comunicaciones la conversación. Le dije que él no necesitaba el
dinero de la recompensa, que lo dejase en paz… Lo oí abrir fuego e
inutilizar la nave de su presa. Y luego lo oí describir cómo la
nave de su presa era destruida por la policía del sistema, después
de haberla dejado indefensa él… y no había ningún sentimiento en
su voz.
– ¿Conocías a la
persona que mató?
Maya levanta la
cabeza y mira a su hermana con los ojos llenos de lágrimas y de
rabia.
– No, no le
conocía. Pero ese piloto solo quería huir… ser libre.
– Maya, no te
enfades –trata de razonar Rianon– . Sabes que la gente miente y
que probablemente...
– ¡Mi conocido no
necesitaba el dinero, Rianon! – grita Maya – ¡No lo necesitaba!
Mamá tenía razón: todos son adictos a la sangre, a sembrar de
chatarra y sangre el vacío. Por el amor del cielo, cómo he podido
ser tan idiota y creer que un cazarrecompensas iba a ser diferente…
Maya se lleva los
brazos a la cabeza para esconderse bajo ellos. Un gesto típico
cuando los sentimientos la abruman o se siente avergonzada.
– Maya… –murmura
Rianon.
Maya retira los
brazos de encima de su cabeza y se seca los lagrimones de un
manotazo.
– Rianon, no sé
qué estoy haciendo en un cielo así… No soy parte de ellos, no lo
soy. Quizás mamá tiene razón y yo no debería volar. Jamás seré
parte de ellos. Necesito tiempo para pensar… Quiero alejarme una
temporada.
Rianon asiente.
– Lo entiendo.
Oye, ¿crees que puedes encontrar más planetas tipo tierra?
– Pues,
probablemente.
Rianon le sonríe.
– Vete a buscar
esos mundos azules y verdes llenos de vida y traenos fotos. A ver
cuántos eres capaz de encontrar.
Y Maya al fin sonríe
de verdad a su hermana.